Hace 103 años se suscitó una de las más grandes tragedias de la minería en México. Ocurrió en Pachuca, en la mina El Bordo, y es una historia que combina la indolencia de las autoridades que causaron decenas de muertes y la casi milagrosa supervivencia de unos cuantos mineros en uno de los barrios fundacionales de la ciudad.

Todo comenzó a las siete de la mañana del 10 de marzo de 1920, momento en que se desató un incendio en la mina El Bordo, en la capital hidalguense. Luego de unas breves labores de evacuación, autoridades y representantes de la compañía minera Santa Gertrudis mandaron cerrar el tiro de la mina y los túneles de acceso, con el fin de sofocar el fuego.

Según los relatos de cronistas de Pachuca y de la reconstrucción histórica periodística realizada por el escritor hidalguense Yuri Herrera, existió clara omisión y complicidad por parte de autoridades, empresarios mineros y la prensa de aquella época, justificando la suspensión de la evacuación justificado con una cifra de víctimas menor a la realidad.

Seis días más tarde, se reabrió el acceso a la mina para rescatar los cadáveres, esperando localizar aproximadamente 10 cuerpos; sin embargo, la tragedia tuvo su real dimensión al descubrir que habían fallecido 87 mineros, y no solo eso, increíblemente encontraron a 7 con vida en el nivel 207.

La historia no solo plantea severos cuestionamientos sobre el accionar oficial frente al incendio, también nos impresiona al tratar de entender cómo sobrevivieron estos trabajadores durante casi siete días en el subsuelo.